Karl Popper: La sociedad abierta y sus enemigos
En la presente entrada hablaremos
de uno de los capítulos de una de las obras más conocidas del filósofo austriaco
Karl Raimund Popper, la sociedad abierta y sus enemigos. Conocido por sus aportes
en epistemología, en esta obra, este pensador reflexiona sobre el carácter totalitario
de la filosofía de Platon y critica el carácter historicista de la misma, ello,
en defensa de la idea de una sociedad abierta.
1.
¿Cómo
define a la Sociedad?
En términos generales, y
retomando el punto de partida de Platón, podemos afirmar que el origen de la sociedad es una convención,
un contrato social. Pero no es eso solamente, sino, más bien, una convención
natural, vale decir, una convención basada en la naturaleza humana o, más
específicamente, en la naturaleza social del hombre. Y esa naturaleza social
del hombre tiene su origen en la imperfección del individuo humano. El individuo
humano no puede bastarse a sí mismo debido a las limitaciones intrínsecas de la
naturaleza humana. Sociedad e individuo son, así, interdependientes. En efecto,
el uno le debe la existencia al otro: la sociedad, a la naturaleza humana,
especialmente a su falta de autosuficiencia; y el individuo a la sociedad,
puesto que no es capaz de bastarse a sí mismo.
2.
¿Qué
es una sociedad cerrada?
Una sociedad cerrada es aquella
sociedad mágica, tribal o colectivista que se caracteriza por su sometimiento a
las fuerzas mágicas en cuanto a su actitud imbuida de magia o irracionalidad
hacia las costumbres de la vida social, y la correspondiente rigidez de estas
costumbres. Sus instituciones, incluyendo las castas, son sacrosantas, tabúes.
En ese sentido, una sociedad de este tipo permite aligerar a los hombres del
peso de sus responsabilidades. Esto implica para la mayoría de la gente, el
sometimiento pasivo a las fuerzas personales o anónimas que gobiernan la
sociedad (convenciones), las cuales no logran ser diferenciadas de las fuerzas
de la naturaleza. A las personas dentro de este tipo de sociedad rara vez lo
asaltará la duda en cuanto a la forma en que debe actuar. La actitud correcta
siempre se halla claramente determinada, si bien puede hacerse necesario
superar una serie de dificultades al adoptarla. Y la fuente determinante reside
en los mencionados tabúes, en las instituciones tribales mágicas que no pueden
convertirse en objeto de consideraciones críticas y que no dejan lugar a la
responsabilidad personal. Así, la vida social se halla determinada por tabúes sociales
y religiosos; todos los individuos tienen su lugar asignado dentro del conjunto
de la estructura social; todos sienten que su lugar es el apropiado, el
«natural», puesto que les ha sido adjudicado por las fuerzas que gobiernan el
universo; todos «conocen su lugar».
Es en la comunidad tribal (y más tarde
en la «ciudad») donde el miembro de la tribu puede sentirse más seguro. Rodeado
de enemigos y de fuerzas mágicas peligrosas y aun hostiles, se siente en el
seno de su comunidad tribal como un niño en el de su familia u hogar, donde
desempeña un papel bien definido, que conoce bien y que cumple a la perfección.
Retomando el tema de la rigidez
del tribalismo, con ello no queremos decir que no puedan producirse cambios en
las formas de vida tribal. Queremos significar más bien que los cambios,
relativamente poco frecuentes, tienen el carácter de conversiones o reacciones
religiosas, con la consiguiente introducción de nuevos tabúes mágicos. No se
basan, pues, en una tentativa racional de mejorar las condiciones sociales.
Fuera de estos cambios — que son raros—
los tabúes regulan y dominan rígidamente todos los aspectos de la vida,
siendo muy pocos los claros a donde no llega su imperio.
Por último, cabe mencionar que una
sociedad cerrada extrema puede ser comparada correctamente con un organismo cuyos
miembros se hallan ligados por vínculos semibiológicos, a saber, el parentesco,
la convivencia, la participación equitativa en los trabajos, peligros, alegrías
y desgracias comunes. Se trata aún de un grupo concreto de individuos
concretos, relacionados unos con otros, no tan sólo por abstractos vínculos
sociales tales como la división del trabajo y el trueque de bienes, sino por
relaciones físicas concretas, tales como el tacto, el olfato y la vista. Y
aunque una sociedad de ese tipo pueda hallarse basada en la esclavitud, la
presencia de eslavos no tiene por qué crear un problema fundamentalmente
distinto del presentado por los animales domésticos.
3.
Características
de una sociedad abierta
-Una sociedad abierta se
caracteriza por el rechazo de la autoridad absoluta de lo establecido por la
mera fuerza del hábito y de la tradición, y trata, por el contrario, de preservar,
desarrollar y establecer aquellas tradiciones, viejas o nuevas, que sean
compatibles con las normas de la libertad, del sentimiento de humanidad y de la
crítica racional. La voluntad de las personas dentro de esta sociedad no es la
de quedarse cruzados de brazos, dejando que toda la responsabilidad del
gobierno del mundo caiga sobre la autoridad humana o sobrehumana, sino
compartir la carga de la responsabilidad o los sufrimientos evitables y luchar
para eliminarlos.
-En la sociedad abierta, los individuos
deben adoptar decisiones personales basadas en la libertad de las facultades
críticas del hombre. En ese sentido, es importante tener en cuenta que en nuestra
propia forma de vida existe, entre las leyes del Estado, por un lado, y los tabúes
que observamos habitualmente por el otro, un campo que se ensancha día a día,
correspondiente a las decisiones personales, con sus problemas y
responsabilidades, y no es posible pasar por alto la importancia de este campo.
Las decisiones personales pueden llevar a la alteración de los tabúes e incluso
de las leyes políticas, que ya no tienen ese carácter. La gran diferencia
reside en la posibilidad de reflexión racional acerca de estos asuntos. 189
Tomando decisiones basándonos en la estimación de las consecuencias posibles y
en la preferencia consciente por algunas de ellas, reconocemos, así, la
responsabilidad personal racional.
-En una sociedad abierta, son
muchos los miembros que se esfuerzan por elevarse socialmente y pasar a ocupar
los lugares de otros miembros. Esto
puede conducir a fenómenos como luchas de clases.
-Una sociedad abierta y
parcialmente abstracta, nos exige un esfuerzo en el afán de ser racionales, de
superar por lo menos algunas de nuestras necesidades sociales emocionales, de
cuidarnos nosotros solos y de aceptar responsabilidades. En ese sentido, las
personas deben soportar una tensión como el precio pagado por el incremento de
nuestros conocimientos, de nuestra razonabilidad, de la cooperación y la ayuda
mutua y, en consecuencia, de nuestras posibilidades de supervivencia y del
número de la población. Es el precio que debemos pagar para ser humanos.
4.
¿Cuál
es el argumento de las sociedades abiertas que aporta el autor?
La transición de la sociedad cerrada a la abierta puede considerarse
como una de las revoluciones más profundas experimentadas por la humanidad.
Sin embargo, es importante
considerar que con la caída de la sociedad cerrada desaparecen una gran
cantidad de certezas y con ella todo sentimiento de seguridad arraigado a las
mismas. En un principio, la tensión fue experimentada con más fuerza por las
clases privilegiadas —seriamente amenazadas ahora— que por aquellas que no gozaban
entonces de ningún derecho, pero, aun así, nadie dejó de experimentar la creciente
inquietud. Todos temían, en mayor o menor grado, el derrumbe de su universo
«natural».
Sin embargo, una vez que
comenzamos a confiar en nuestra razón y a utilizar las facultades de la
crítica, una vez que experimentamos el llamado de la responsabilidad personal
y» con ella, la responsabilidad de contribuir a aumentar nuestros
conocimientos, no podemos admitir la regresión a un Estado basado en el
sometimiento implícito a la magia tribal. Para aquellos que se han nutrido del
árbol de la sabiduría, se ha perdido el paraíso. En ese sentido, el paso a las
sociedades abiertas es inevitable y el retorno a una sociedad cerrada,
imposible si se quiere seguir conservado la humanidad. Si eludimos el deber de
llevar nuestra cruz, la cruz del humanitarismo, de la razón, de la
responsabilidad, si nos sentimos desalentados y agobiados por el peso de
nuestra carga, entonces deberemos tratar de fortalecernos con la clara
comprensión de la simple decisión que tenemos ante nosotros. Siempre nos
quedará la posibilidad de regresar a las bestias. Pero si queremos seguir
siendo humanos, entonces sólo habrá un camino, el de la sociedad abierta. La
comprensión teórica de la diferencia que media entre la «naturaleza» y la
«sociedad» sólo puede desarrollarse una vez que esa «sociedad cerrada» mágica
ha dejado de tener vigencia
La sociedad abierta, continua
Popper, puede convertirse, gradualmente, en lo que cabría denominar «sociedad
abstracta». Con la palabra «abstracta» nos referimos a la pérdida — que puede
llegar a un grado considerable— del
carácter de grupo concreto de hombres o de sistema de grupos concretos. Lo anterior, se ve reflejado en que, por regla
general, no establecemos la menor relación personal con los demás, deviniendo
así en individuos aislados. La sociedad moderna existe muchísima gente que
tiene poco o ningún contacto personal íntimo con otras personas y cuya vida
transcurre en el anonimato y el aislamiento y, por consiguiente, en el
infortunio. En efecto, si bien la sociedad se ha tornado abstracta, la
configuración biológica del hombre no ha cambiado considerablemente; los
hombres tienen necesidades sociales que no pueden satisfacer en una sociedad
abierta. Nuestras modernas sociedades abiertas funcionan, en gran medida,
mediante relaciones abstractas, tales como el intercambio o la cooperación.
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