Filosofía y solidaridad III: Solidaridad e invención del prójimo. Variaciones sobre el sí mismo como otro en la filosofía de Paul Ricoeur

En esta tercera entrada, abordaremos la implicación del concepto de solidaridad en el pensamiento del Paul Ricoeur, filósofo francés que realizó grandes aportaciones a la filosofía hermenéutica. 

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1.       ¿En qué consiste la fenomenología del hombre capaz?

Para Paul Ricoeur, la fenomenología, es primeramente una apuesta por la indagación de lo posible; ella se deja instruir, privilegiadamente, por las variaciones imaginativas en cuanto dan un acceso siempre nuevo a los fenómenos. En ese sentido, la imaginación es el modo privilegiado de acceso a las cosas mismas. La invención aparece entonces como el gesto a partir del cual Ricoeur hace de la ciencia de los fenómenos una fenomenología poética. Este paso de la fenomenología a la fenomenología poética supone también la irrupción de un sujeto expuesto al afuera y a la temporalidad, a la condición histórica que firma la singularidad de la condición humana. Por lo tanto,  se trata de la concepción de un sujeto abierto a las posibilidades de ser en el mundo desde su propia apertura refigurativa, por medio de la cual es capaz de tramar la intriga de sí mismo en la trama del mundo, ser fuente de invención y con ello se develarse a sí mismo con la capacidad de narrar y narrarse en la trama de la vida, explorando los múltiples sentidos posibles de habitar el mundo. Esto es lo que debe entenderse como fenomenología del hombre capaz.

2.       Relación entre invención y atestación de sí mismo como otro

Para Ricoeur, esta cuestión parte de la pregunta por el ¿quién soy? Por medio de esta pregunta, el autor descubre al sujeto en su deseo de ser y esfuerzo por perseverar en su existencia. Solo ante esta pregunta, que exige la recuperación del sujeto como capaz de plantearse a sí mismo, este se vuelve un problema para sí. Pero, sobre todo, las respuestas posibles exigen ellas mismas ser medidas por la potencia inventiva que le es inherente. Es por ello que la atestación es acto de existir del sujeto no tiene un tiempo distinto al de la invención misma de parte suya. Quien busca responder a la pregunta ¿quién soy? se esfuerza también en darse a sí mismo de otro modo que si, afirmándose en sus capacidades para plantearse en el mundo. El hombre capaz es, primeramente, capaz de invención, de su propia invención

3.       Relación entre envío, invención y promesa

El envío, en la órbita del hombre capaz dentro de la filosofía de Paul Ricoeur, puede permitirnos relevar la cuestión de la promesa, que en este punto no es sino la promesa del envío — la promesa misma que es el envío, y la promesa que dirige—, como de la invención. En este triple paradigma, Ricoeur piensa la invención del prójimo no solo como una parte más del momento ético de su fenomenología de las capacidades, sino como paradigma, si se nos permite la expresión, de la mutualidad buscada en las relaciones interpersonales.

Al aplicar las nociones antes mencionadas a la parábola bíblica del buen samaritano, es posible afirmar que el samaritano es aquel que puede cambiar de camino e inventar un comportamiento imprevisto, encontrándose disponible para el encuentro y la presencia.  He aquí que se manifiesta la respuesta como la disponibilidad a la invención. Responder es inventar, pero sobre todo dejarse conducir así mismo por la invención de sí como otro. En este contexto, se abre la posibilidad de la invención de un nuevo comportamiento: volverse responsable del otro, hacernos responsables del abatido. Este desvío que implica el auxilio del otro se llama también promesa y envío. Promesa, porque la acción emergente e inesperada se realiza con los signos del futuro. No solo está inscrita en la contingencia del hoy, sino está direccionada hacia un porvenir posible, pues el samaritano no termina de ayudar al prójimo, sino que el mismo se promete en el endeudamiento que se da. Resuena la deuda de la gratuidad, de la donación del otro en su fragilidad, en su desnudez que no es sino el otro como semejante. Dudando, se da inicio a una primera respuesta a la violencia de las relaciones interpersonales. Así, la constitución del sí mismo y del otro se devela como una tarea. No hay lo plenamente constituido, sino lo abierto a lo posible, a la invención por la cual cada quien adviene de un modo nuevo, con comportamientos innovantes.  La promesa, entonces, nos da al otro también ex novo. Pero también es el envío: vete y haz tu lo mismo.

4.       ¿Cómo se define la hospitalidad y su paradigma?

La hospitalidad es la capacidad por medio de la cual el hombre puede reconocer y dar gratuitamente más allá de las exigencias de la reciprocidad. La hospitalidad se alza como paradigma de la mutualidad, en cuanto acoger al otro es primeramente darse en el recibimiento del extraño. La hospitalidad toma otro cuerpo posible que no se deja contener por la medida, sino que se deja exceder por lo imposible.

En el sentido de lo antes comentado, el paradigma de la hospitalidad es la traducción, pues por medio de esta, se acoge lo otro, la otra lengua, y es posible atestiguar el deseo de ser con otros y para otros. Esta acogida no queda indemne ante lo recibido, sino que permite la fractura del quien que acoge recibiéndose en la donación de la palabra. La traducción es el esfuerzo singular por acoger al otro y a sí mismo en la lengua materna y extranjera, pero al mismo tiempo testimonia el pequeño milagro del reconocimiento, del mutuo reconocimiento como tarea perpetuamente inacabada. La traducción es el espacio poético a partir del cual la palabra se renueva siempre.

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