Filosofa de la India
El tema de la presente entrada es
la filosofía de la India. Para abordarlo, lo haremos con base en el libro “Filosofía
de la India” del escritor alemán e historiador del arte Heinrich Zimmer. Teniendo
en consideración lo extenso de los temas, esta exposición adopta el formato de
preguntas y respuestas por medio del cual, intentaremos exponer las cuestiones más
relevantes de cada uno de los temas planteados. Sin más preámbulo, comencemos:
1. ¿Cuáles
son los fundamentos de la Filosofía India?
Con el propósito de entender los
fundamentos de esta filosofía, es conveniente partir explicando que, si bien,
tanto en la antigua Grecia como en la Europa actual, la especulación filosófica
acerca de la estructura y las fuerzas del universo, la naturaleza de las
cosas y el carácter esencial del hombre, en gran medida han sido influidas por el
espíritu de la investigación científica, que conllevo la disolución de las ideas
arcaicas tradicionalmente establecidas por la mitología y la teología acerca
del hombre y el mundo, la filosofía india, por otro lado, se ha mantenido tradicional.
Así, auxiliada y renovada, no por el experimento externo sino por las
experiencias íntimas de la práctica del Yoga, no ha destruido las creencias heredadas sino que las ha interpretado, y a su vez, ha sido interpretada y corregida por
las fuerzas de la religión. Ambas instituciones se han reforzado recíprocamente,
de modo que en cada una de ellas pueden encontrarse características que en
Europa atribuiríamos solo a su opuesta.
En ese sentido, los hindúes
disponen de varias maneras de clasificar los pensamientos que consideran dignos
de aprender y de transmitir, pero carecen de una denominación única que
comprenda todas sus generalizaciones fundamentales acerca de la realidad, la
naturaleza humana y la conducta. El primero y principal de sus sistemas de
clasificación es el de los cuatro fines, metas o campos de la vida humana:
-Artha, el primer fin, consiste
en las posesiones materiales. Las artes
que sirven a este fin son las de la economía y la política, las técnicas para
sobrevivir en la lucha por la existencia contra la envidia y la competencia, la
calumnia y el chantaje, la tiranía del déspota fanfarrón y la violencia de
vecinos sin escrúpulos.
-Káma, el segundo de los cuatro
fines, se refiere al placer y el amor.
-Dharma, el tercero de los cuatro
fines, comprende todo el conjunto de los deberes religiosos y morales. También
está personificado como un dios, pero de carácter relativamente abstracto.
-Moksa, apavarga, nirvrtli o
nivrtti, el cuarto de los fines, es la redención o liberación espiritual. Se la
considera como finalidad última, como bien humano definitivo, y como tal está
por encima y en contraste con las tres anteriores. Liberarse de la ignorancia y
de las pasiones que nos someten a la ilusión general del mundo. Uno queda entonces "desilusionado”.
En la filosofía hindú, se tiene
una concepción particular en cuanto al saber, pues a diferencia de occidente,
este no debía recogerse primordialmente de libros o de conferencias, discursos o conversaciones, sino que era necesario llegar a dominarlo mediante un
aprendizaje al lado de un maestro competente. Se necesitaba la entrega sincera
de un discípulo maleable a la autoridad del gurú, y sus requisitos esenciales
eran la obediencia y fe absoluta. No se exige una actitud de crítica sino una
gradual formación en el molde de la disciplina. Además, tiene que desear
fervientemente liberarse de las cargas de la vida mundana y querer realmente
escapar de la esclavitud de esta existencia de individuo atrapado en el
torbellino de la ignorancia.
En cuanto a la vida y a la moral del gurú mismo, se requiere
su total identificación, una absoluta y puntual correspondencia entre sus
enseñanzas y su forma de vida.
El medio necesario que el
estudiante debe emplear para trascender la ilusión es, ante todo: 1) la
discriminación entre las cosas permanentes y las transitorias; 2) el desdén por
todo lo ilusorio. Tiene que renunciar, sincera y eficazmente, a todo fruto
posible de sus actos virtuosos; 3) Concentración, Sama, "quietud mental,
pacificación de las pasiones. Es la actitud o forma de conducta que mantiene a
la mente libre de las perturbaciones que provocan los objetos sensibles; el
sometimiento de los sentidos; paciencia, aguante; "la constante
concentración de la mente".
2. ¿A
qué se le considera la Filosofía como poder?
Desde el punto de vista hindú,
filosofía no es más que una de las muchas clases de sabiduría o conocimiento
(vidya), cada una de las cuales conduce a algún fin práctico. Cada especie de
sabiduría da a su poseedor su poder específico y esto ocurre inevitablemente
como consecuencia de dominar los materiales respectivos.
Así, la sabiduría de cualquier
género que sea— debe ser guardada celosamente y comunicada con cautela, y solo
a quien sea capaz de convertirse en su receptáculo perfecto, pues, además de
representar un arte, cada rama del saber trae aparejado un poder que puede
llegar a ser casi mágico, un poder de efectuar cosas que, sin él, serían un
milagro. En ese sentido, no hay que
perder de vista que la sabiduría puede ser poder si (y este "si" debe
ser tenido en cuenta) ella impregna, transforma, domina y modela toda la
personalidad. Por ello, el sabio no ha de ser una biblioteca filosófica con
piernas, una enciclopedia parlante. El pensamiento mismo debe convertirse en su
vida, en su carne, incorporándose a su ser, convirtiéndose en una habilidad
en acto. Entonces, mientras mayor sea su realización mayor será su poder.
Hay profesiones limpias y profesiones sucias, pero todas
participan del Poder sagrado. De aquí que la "virtud" sea
conmensurable con la perfección que uno alcanza en el ejercicio de su papel.
3.
¿Cuáles son los atributos de la Filosofía del
éxito?
El Artha-shastra, que se refiere al arte de gobernar, son un conjunto de prácticas o saberes que, al
realizarlas o tomarlas en cuenta, conducen a gobernar con éxito y a mantener el
poder. Sus atributos son un negro pesimismo que se ve reflejado en la filosofía
política india, la cual, carece de toda esperanza o ideal de progreso o de
mejora y se encuentra sumida en la desconfianza y el recelo. En este
contexto, si bien se dice que la buena voluntad recíproca, la indulgencia y la
colaboración entre los individuos, grupos, gremios y castas son virtudes
requeridas dentro de cada estado, como lo son dentro de una familia, de acuerdo
con la concepción india, no hay esperanza de que este pacífico sistema de
decencia humana armoniosa y bien controlada jamás sea transferido al campo, más
amplio, de las naciones. Como estos superindividuos de feroz antagonismo no
pueden ser controlados por un poder superior, entre ellos actúa
incontroladamente la primitiva ley de la naturaleza. Partiendo de estos supuestos, tradicionalmente
se aducen distintas enseñanzas en pos de conseguir el éxito en este ámbito:
FILOSOFÍAS POLÍTICAS PRÁCTICAS.
“En el campo de la batalla política no existe amistad perdurable”. Al respecto,
se afirma que no puede haber lazo tradicional, alianza cordial, unión futura
basada en experiencias, peligros y victorias del pasado. Las amistades y las
alianzas son solo actitudes y expedientes temporarios, forzados por los
intereses comunes y sugeridos por la necesidad y el deseo. Pasada la ocasión de
la ayuda mutua, ha pasado también la razón que daba seguridad a la compañía,
pues la política no está nunca gobernada por la amistad sino por la
colaboración y el auxilio momentáneos, inspirados por amenazas comunes o por
afines esperanzas de lucro y apoyadas por el natural egoísmo de cada uno de los
aliados. No hay nunca una alianza altruista. Las lealtades no existen. Y cuando
se confiesa amistad, es solo una máscara. No puede haber proyectos de unión
duradera.
EL VALOR CONTRA EL TIEMPO.
Existe la creencia de que es la diosa Fortuna (Sri Laksmí, divinidad voluble y
comparativamente menor), quien garantizaba el éxito y la continuidad del poder
de los gobernantes. Sri Laksmí no tenía nada que ver con la virtud, sino solo
con la política y el giro de la rueda del tiempo por lo que abandonaba a su
favorito en el momento en que el destino le era adverso. La filosofía de la
vida de los reyes y cancilleres hindúes era así, fatalista, escéptica e
incurablemente realista. En este contexto surge entonces
la pregunta: ¿cuál es el factor más poderoso y decisivo,
en la incesante lucha vital por la existencia y por el éxito: el valor personal
o el simple y fatal curso del tiempo? los que aceptan los decretos del tiempo y
del destino con un misticismo fatalista y los que sostienen la eficacia del
valor no se han logrado poner de acuerdo.
LA FUNCIÓN DE LA TRAICIÓN?. De esta se desprenden dos tipos de enseñanzas: 1) “Cumple con tu tarea, pero deja siempre algo
por hacer. Este resto te hará siempre indispensable” 2) Lleva a tu enemigo sobre
tus hombros hasta que hayas conseguido de él lo que querías; luego, arrójalo:
arrójalo y destrózalo contra una piedra, como un cántaro de barro. Para ello, cabría valerse de Maya,
"creación de una ilusión", actitud más amistosa que precede y oculta
el golpe mortal.
GEOMETRÍA POLÍTICA, LOS MÁNDALA O
CÍRCULOS DE VECINOS POLÍTICOS. Se refiere a un juego de pesos y contrapesos
entre aliados y enemigos. La principal fórmula hindú para concertar alianzas y coaliciones
extranjeras se basa en un diagrama de anillos concéntricos que representan los
enemigos y aliados naturales.
LAS SIETE MANERAS DE APROXIMARSE
AL PRÓJIMO: 1) Saman, que significa "conciliación o negociación". Este es el modo de apaciguar o encantar. El encantador de serpientes apacigua a
la víbora tocando una melodía en su flauta. 2) El procedimiento opuesto se
llama Sanda y se refiere a la vara de castigo, usada por el juez, o por el
portero para alejar a los mendigos y a los muchachos callejeros. Es la agresión
de cualquier clase, ya sea abierta y descarada o hipócritamente justificada
como castigo por insultos o amenazas. 3) Dana, que significa “don, presente,
regalo”, en el contexto de la política se refiere a un soborno. 4) Bheda,
que significa "división, cisma,' quebradura, rompimiento, perturbación,
siembra de discordia en un partido enemigo, traición", se refiere a la
técnica de dividir y conquistar. 5) Maya, que significa "engaño,
trampa, ilusión", se refiere a una “hazaña diplomática”, que incluye
también el uso de la máscara de la probidad moral, la virtud religiosa y la
indignación del hombre civilizado, que han demostrado ser un arma poderosa en
la historia reciente del mundo occidental, donde los conductores de las guerras
han tenido que atraerse el apoyo de poblaciones educadas en las filosofías del
deber moral más bien que en las del ataque descarado. 6) Upeksa que significa
"pasar por alto, no prestar atención; no tomar en cuenta, dejar a un lado,
ignorar". 7) Indrajala, que significa "truco mágico, conjuro, trampa;
estratagema o trampa de guerra". Se refiere al hecho de crear la
apariencia de cosas que no existen; comprende la propalación de falsas noticias
y la creación de falsas creencias, y se lo puede considerar como una aplicación
especial del principio de la maya a las técnicas de la guerra.
Por último, se rescatan algunas
máximas de conduta del libro XII del Mahabharata:
-La última palabra de la sabiduría
social es: no confiar nunca
-Así como las nubes cambian de un
momento a otro, también tu enemigo de hoy se hace, hoy mismo, amigo tuyo.
-No temas los resultados del
karma; confía en tu fuerza. Nadie ha visto en este mundo cuáles son los frutos
de un hecho bueno o malo. Aspiremos, pues, a ser fuertes: porque todas las
cosas pertenecen al hombre fuerte.
-La fuerza está por encima del
derecho; el derecho procede de la fuerza; el derecho se sustenta en la fuerza,
como los seres vivos en el suelo. Así como el humo sigue al viento, así el
derecho sigue a la fuerza. El derecho por sí solo carece de mando; se apoya en
la fuerza como la enredadera en el árbol.
Por último, cabe mencionar que
idealmente se habla de un monarca universal hindú (Cakravartin), que pacificaba
a la humanidad al incorporar a su única soberanía todos los reinos de sus
alrededores, era el "gran rey" (maharaja), el "rey por encima de
los reyes". Con la Liga de las Naciones y el Pacto KelloggBriand,
por el cual se renunciaba a la guerra, pareció por un momento que el día del
Cakravartin estaba próximo. Pero el valeroso intento fracasó y la ley de los
peces vuelve a prevalecer sin disimulo.
4.
¿Cuáles son los argumentos que determina la
Filosofía del placer?
Kama-deva, el dios hindú del
amor, del que se dice es el supremo seductor, el más viejo de los dioses y
sostén del mundo, para todos los seres tiene un doble aspecto, como lo tienen
todos los dioses y todas las fuerzas de la vida. Son a la vez atractivos y
destructores, misericordiosos y despiadados, deseables y aterradores.
Los manuales hindúes sobre el
arte del amor, compuestos para quienes aún se dedican a la obra de continuar la
creación, no hacen caso de las desalentadoras observaciones y desoladoras
prescripciones ascéticas de quienes se han liberado, excepto en la medida en
que las sabias reflexiones acerca de la fugacidad del placer añaden al amor y a
la vida cierto estremecimiento exquisito. La doctrina y la técnica del kama se
remontan hasta la antig٧edad primitiva. En ese sentido son decididamente
prebudistas y prevedantinas y son ajenas, más bien que antagónicas, con
respecto al ideal monástico y a las técnicas de renunciamiento.
Káma, el sustantivo sánscrito,
denota toda la gama de la experiencia posible en la esfera del amor, el sexo,
el placer sensual, el goce. Kama es "deseo, apetito, satisfacción carnal,
lujuria, amor y afecto". La vida amorosa en este caso significa en primer
término la vida familiar, la vida de casado, y la finalidad primera y principal
de la Doctrina es conseguir que esta vida erótica tenga éxito, es decir, que
produzca una familia feliz y armoniosa. Las indicaciones que hemos recibido de
la más antigua tradición del kama, incluyen recetas y ritos para engendrar
niños varones, mantenerse joven y fuerte, ponerse y conservarse atractivo y
tener éxito en la vida erótica.
El káma pertenece a la esencia de
la magia y la magia a la esencia del amor, porque entre los propios
encantamientos y hechizos de la naturaleza, los del amor y del sexo tienen
preeminencia.
Para concluir, tenemos que señalar que dentro de estas creencias, el texto más importante es el
justamente célebre Kamasatra del brahmán Vátsyá'yana, compuesto en el siglo II
o IV de nuestra era, del cual cabe decir que es una versión magistral, aunque muy condensada y
demasiado abreviada, de los materiales de la tradición antigua.
5.
¿Cuáles son los argumentos que determina la
Filosofía del deber?
En la India todo el mundo lleva
las insignias de la clase de vida a la cual pertenece. Los actos personales
están minuciosamente regulados con severos y rigurosos castigos para quien
cometa infracciones accidentales o intencionales. Se establece, por ejemplo, a
qué se puede uno acercar y qué hay que evitar; con quién conversar, comer y
casarse.
El grupo como totalidad tiene
prioridad sobre cualquiera de sus miembros. Por consiguiente, toda
autoexpresión, en el sentido en que nosotros la conocemos y cuidamos, queda
excluida, pues el precio para participar en el grupo consiste no en
cultivar sino en disolver las tendencias e idiosincrasias personales. La virtud
suprema es asimilarse —sincera e íntegramente— a la máscara intemporal,
inmemorable y absolutamente impersonal correspondiente al papel clásico que a
uno le ha tocado por nacimiento (játi).
Además, se considera que esto no
es un proceso de autodisolución sino de autodescubrimiento, porque la clave
para realizar la encarnación en que nos encontramos reside en las virtudes de
la casta a la cual pertenecemos pues esta forma parte del
carácter innato de cada uno. Las leyes (dharma) de la casta (varna) a la cual se
pertenece y de la etapa de la vida (asrama) que corresponde a la edad que uno
tiene, indican cómo se debe resolver todo problema que surja en la propia
existencia. No somos libres de elegir: pertenecemos a una categoría que en cada
caso es una familia, un gremio u oficio, un grupo o una confesión religiosa. Y
como esta circunstancia no solo determina hasta el último detalle de la
conducta pública y privada, sino que también representa (de acuerdo con este esquema
de integración penetrante e inexorable) el verdadero ideal del
carácter que tenemos ahora por naturaleza, entonces como jueces y como actores
debemos limitarnos a encarar cada problema que surja en la vida de la manera
que corresponde al papel que uno desempeña.
Desde el primer aliento de vida
las energías individuales son dominadas, encarriladas y coordinadas con respecto
a la obra general del super-individuo constituido por la sociedad, que tiene
carácter sagrado.
Para alcanzar el Hombre absoluto que
buscamos tenemos que descartar estas vestiduras y envolturas oscurecedoras.
Desde la piel, pasando por el intelecto y las emociones, la memoria de las
cosas del pasado, los hábitos inveterados que condicionan nuestras reacciones
—las espontaneidades adquiridas, los automatismos con que nos hemos aficionado
a expresar nuestros agrados y desagrados hondamente arraigados— todo esto debe
ser lanzado por la borda, porque no son el Yo sino
"sobreimposiciones", "colores", "unturas" de su
intrínseco brillo y pureza.
6.
¿En qué consiste el jainismo?
Es una religión. Los
historiadores occidentales consideran que Vardhamána Mahávíra, contemporáneo de
Buddha, que murió cerca del año 526 a. C., fue el fundador del jainismo. En las
fases populares del culto jaina se implora a los dioses hindúes para que
concedan pequeños favores (prosperidad, larga vida, descendencia masculina,
etcétera), pero los objetos supremos de la contemplación jaina, los Tirthánkara,
representan la meta propia de todos los seres humanos, más aún, la meta de
todos los seres vivos que pueblan este universo de nómadas que se reencarnan.
La contemplación de su estado,
unida a los graduales ejercicios de la disciplina ascética jaina rigurosamente
progresivos, hacen que el individuo, a través de muchas vidas, vaya dejando
gradualmente atrás las necesidades y ansiedades motivo de la plegaria humana. Ello
con el objetivo de conseguir la liberación espiritual (moksa) para aquellos que
desean desembarazarse de la pesada carga del nacimiento terrenal, liberándose de
las esferas de los temores y deseos humanos pasando a un reino alejado de las
condiciones, victorias y vicisitudes del tiempo.
El jainismo niega la autoridad de
los Veda y las tradiciones ortodoxas del hinduismo. Por esta razón se lo
considera como una de las religiones heterodoxas de la India. No deriva de
fuentes ario-brahmánicas, sino que refleja una cosmología y una antropología mucho
más antiguas, de las clases superiores del noroeste de la India prearia, con
arraigo en el mismo subsuelo de arcaicas especulaciones metafísicas que el
Yoga, el Sáñkhya y el budismo, que constituyen los otros sistemas indios no
védicos.
Según la cosmología jaina, el universo
es un organismo vivo, animado en todas sus partes por mónadas vitales que
circulan por sus miembros y esferas. Este organismo es inmortal y nosotros —es decir,
las mónadas vitales que constituyen la sustancia misma del gran cuerpo
imperecedero— también somos imperecederos. Ascendemos y descendemos pasando por
diversos estados del ser, ora humano, ora divino, ora animal; y los cuerpos
parecen morir y nacer, pero la cadena es continua, las transformaciones
infinitas, y todo lo que hacemos es pasar de un estado al siguiente. La visión interior
del santo y vidente jaina que ha sido iluminado percibe la manera como las
indestructibles mónadas vitales circulan por el universo.
En ese sentido, la filosofía india
subraya la diferencia haciendo hincapié en la distinción entre el actor y el
papel. Siempre destaca el contraste entre la existencia del individuo que se
manifiesta y el ser real del actor anónimo, oculto, velado, encubierto por las
vestiduras del drama.
Según la pesimista filosofía de
los jaina, todo pensamiento y todo acto ocasionan una acumulación de nueva
sustancia kármica. Seguir viviendo significa seguir siendo activo, tanto en el
habla como en el cuerpo o la mente; significa seguir haciendo algo cada día.
Como resultado de ello, se acumulan involuntariamente los "gérmenes"
de la acción futura, que crecen y maduran convirtiéndose para nosotros en
"frutos" de futuros sufrimientos, alegrías, situaciones y
existencias. A estos "gérmenes" se los representa como partículas que
entran en la mónada vital y se alojan en ella, donde, a su debido tiempo, se
transforman en las circunstancias de la vida que producen éxitos o calamidades
y tejen la máscara —la fisonomía y el carácter— del individuo que se desarrolla.
Toda determinación de la mónada
vital por obra del influjo kármico que produce la individualización disminuye
su poder infinito y niega sus posibilidades supremas. De aquí que la finalidad
propia sea la restitutio in integrum, la restitución de la mónada vital a su
innato estado ideal.
Todos los entes están destinados
a ser omniscientes, omnipotentes, ilimitados y libres: en esto consiste la
íntima dignidad. Potencialmente participan de la plenitud de la vida, que es
divina; esencialmente constituyen la riqueza y plenitud de la bienaventurada
energía. Y sin embargo viven penando. La finalidad de los hombres tiene que ser
la de conseguir que se manifieste el poder que en ellos está latente, quitando
todos los obstáculos que se interpongan en el camino.
7.
¿En qué consiste el Sankhyay yoga?
En la India, las filosofías
Sañkhya y Yoga, se consideran como gemelas, dos aspectos de una sola
disciplina. El Sañkhya ofrece una exposición teórica fundamental de la
naturaleza humana, enumerando y definiendo sus elementos, analizando la forma
en que colaboran entre sí en el estado de atadura (bandha). y describiendo su
estado cuando están desembarazados o separados en la liberación (moksa). Por su
parte, el Yoga trata concretamente la dinámica del proceso de separación y
bosqueja las técnicas prácticas para obtener la liberación o "aislamiento/integración"
(kaivalya).
Las principales concepciones de
este sistema dual son: 1) que el universo se funda en una insoluble dicotomía
de "mónadas vitales" (púrusa) y "materia" inanimada
(prákrti); 2) que la "materia" (prákrti), aunque fundamentalmente
simple, se expresa o manifiesta en tres aspectos diferenciados (llamados guna)
comparables a las tres hebras de una cuerda, y 3) que cada una de las
"mónadas vitales" (púrusa) asociadas a la "materia"
(prákrti) están comprometidas en la esclavitud de una incesante "ronda de
transmigración" (samsára).
Partiendo de la idea de que, por
naturaleza, la mente está en constante agitación, esta se transforma
continuamente en las formas de los objetos que percibimos. Su sutil sustancia
asume la forma y los colores de todo lo que le ofrecen los sentidos, la
imaginación, la memoria y las emociones. Derivado de ello, el problema del
hombre consiste, sencillamente, en que él no comprende su permanente y siempre
presente libertad debido al estado turbulento, ignorante y distraído en que se
encuentra la mente. El Yoga es la disciplina que vendría a aquietar la mente. Y tan pronto como se
cumple este aquietamiento, queda revelado el hombre interior, la mónada vital,
como una joya en el fondo de un estanque aquietado.
En el sentido que le dan los
Yoga-sutra klesa "estar atormentado o afligido, sufrir, sentir dolor o
pena", significa todo aquello que, adherido a la naturaleza del hombre,
restringe o impide la manifestación de su verdadera esencia. En ese sentido,
existen cinco obstáculos o impedimentos que deben considerarse como otras
tantas perversiones que agitan la conciencia y ocultan el estado esencial de
serenidad de nuestra verdadera naturaleza, a decir:
1. Avidya: ignorancia, falta de mejor conocimiento; falta de conciencia de la verdad que
trasciende las percepciones de la mente y de los sentidos en su funcionamiento
normal. Como consecuencia de este impedimento, somos esclavizados por los prejuicios
y hábitos de la conciencia ingenua. La avidya es la raíz de todo aquello que
llamamos nuestro pensar consciente.
2. Αsmita (asmi = "yo
soy"): la sensación, la noción burda, de que: "yo soy yo; cogito ergo
sum; este yo evidente, base de mi experiencia, es la esencia y fundamento real
de mi ser".
3. Raga: apego, simpatía,
interés; afecto de toda clase.
4. Dvesa: sentimiento contrario a
raga; aversión, disgusto, desagrado, repugnancia, odio. Raga y dvesa, simpatía
y antipatía, constituyen la base de todos los pares de opuestos (dvandva) en la
esfera de las emociones, reacciones y opiniones humanas. Sin cesar desgarran el
alma en uno u otro sentido, perturbando su equilibrio y agitando su superficie,
comparable a la de un lago o un espejo, que de este modo no puede reflejar sin
distorsión.
5. Abhinivesa: el acto de
adherirse a la vida como si fuera un proceso que proseguirá indefinidamente; es
decir, la voluntad de vivir.
El Yoga es una técnica para
librarse estos los impedimentos y, de este modo, reconstituir la perfección
inherente a la persona esencial.
Solo rompiendo estas dos esferas
de resistencia natural (la resistencia moral y la resistencia biológica) el
yogin puede experimentar, como núcleo de su ser, ese púrusa que se mantiene apartado
de los gritos de la vida y del constante fluir del cambio. Solo como resultado
del más severo y completo proceso de desapego e introversión se puede alcanzar
este sereno sustrato, liberarlo y hacerlo conocer a la conciencia. Con tal fin
existen tres líneas o caminos de disciplina en el yoga: 1) el ascetismo; 2) el
"aprendizaje de la enseñanza sagrada"; y 3) la completa entrega a la
voluntad y a la gracia de Dios.
8.
¿En qué consiste el Brahamanismo?
Mientras desde el punto de vista
dualista del Sáñkhya y del Yoga, y desde el ángulo materialista de las
filosofías no arias de los jaina y de Gosála, el universo se interpreta a
partir de dos principios antagónicos y eternos, púrusa y prákrti (o jiva y no jiva):
la de la mónada vital y la de la materia, la esencia inmaterial y cristalina
del prístino individuo, y el principio oscurecedor y corruptor del mundo
material, según el nodualismo trascendental de la tradición védica, todas esas
oposiciones deben considerarse como meramente fenoménicas.
De acuerdo con esta fórmula
brahmánica, la dialéctica del universo es manifestación de un principio
trascendente, más allá de todo dualismo, y sin embargo inmanente, que
produce el mundo de nombres y formas y lo habita como su principio animador. El Brahman es inherente a todos
los seres, como potencialidad de su vida que se despliega. Y, sin embargo,
aunque esta entidad invisible se transforma, o al menos parece hacerlo, a
través de todas las formas y procesos del mundo, estas formas visibles y
tangibles son "meras transformaciones" (vikara). Por ello, no debemos
limitar nuestra atención al espectáculo de sus configuraciones. Los nombres y
las formas son accidentales y efímeros;
El dualismo de la natura naturans
(prákrti) y la mónada inmaterial trascendente (púrusa) queda de este modo trascendido.
El leitmotiv de la filosofía védica, desde el período de sus primeros himnos
filosóficos (conservados en las partes más recientes del Rg-Veda) ha sido, sin
cambios, la búsqueda de una unidad básica que fundamenta la multiplicidad del
universo. Desde el comienzo, el pensamiento brahmánico estuvo centrado en la
paradoja del simultáneo antagonismo e identidad de las fuerzas y formas manifiestas
del mundo fenoménico, y su meta fue conocer y controlar efectivamente el poder
oculto que está antes, dentro y detrás de todas las cosas, como su fuente
oculta.
En contraste con sus productos o
manifestaciones transitorias, la esencia micromacrocósmica misma fue
considerada desde los primeros tiempos como inagotable, inmutable e
indestructible, pues también era íntimamente experimentada como hontanar de
poder sagrado. Por lo tanto, conocerla, tener acceso a ella por medio del
conocimiento (jñána), significaba en realidad participar en su impasibilidad,
gloria, inmortalidad y fuerza infinita. Además, alcanzar estos estados
significaba trascender, en alguna medida, la amenaza de la muerte y las
miserias de la vida.
La India conservó sus
personificaciones antropomórficas de las fuerzas cósmicas como máscaras
vigorosamente expresivas que
optativamente podían servir de auxiliares a la mente en su intento de
comprender lo que se consideraba manifiesto a través de ellas. Esta actitud tolerante y afectuosa dio al
problema teológico una solución que conservaba el carácter personal de las
potencias divinas para todo lo referente al culto y a la vida diaria, y por
otra parte permitía que un concepto abstracto, supremo y trascendente dominara
en los planos más elevados del conocimiento y la especulación, por encima del
ritual.
Con el brahmanismo, estamos en
presencia de una filosofía de la materia vital y de la fuerza vital, una
filosofía del cuerpo y del proceso vital, más bien que de la mente y el espíritu.
Su principal tarea consiste en determinar y definir la verdadera esencia de
nuestra vida aparente; localizar ese aspecto de nuestra totalidad dinámica con
la que tenemos que identificarnos si queremos zanjar el problema de la
existencia y estar en la posibilidad de responder preguntas como: ¿Qué somos?
¿Qué podemos esperar, de una manera realista?
De acuerdo con este pensamiento,
estas urgentes cuestiones no pueden solucionarse por medio del análisis
ontológico. Los argumentos metafísicos no desembocan en ninguna solución. Hay
que llegar a la raíz que fundamenta y da existencia a la mente analítica y
razonante, así como al cuerpo. La mente misma es inadecuada para esta tarea
(véase la Critica de la razón pura de Kant) y hay que dejarla descansar. La paradoja
fundamental de toda esta disciplina es que, aunque la identidad del jiva y el
Brahman, única realidad permanente, está más allá del cambio, hay que ser
consciente de ella y restablecerla mediante un laborioso proceso de esfuerzo
humano temporal.
9.
¿En qué consiste el Budismo?
El budismo es el único mensaje
religioso y filosófico de la India que, de las múltiples respuestas que durante
millares de años y en todas partes del mundo se han venido ofreciendo como
soluciones a los enigmas de la vida, es calificada como la más intransigente,
oscura y paradójica.
En contraste con los otros
grandes maestros de la humanidad (Zarathustra predicando la ley religiosa de
Persia, Confucio comentando el sistema restaurado del antiguo pensamiento
chino, Jesús anunciando la Salvación del mundo), Gáutama, el príncipe del clan
real de los Sákya, recibe adecuadamente el nombre de Sákyamuni: el "sabio
silencioso (muni) de los Sákya”, porque, a pesar de todo lo que se ha dicho y
enseñado acerca de él, el Buddha sigue siendo el símbolo de algo que está más
allá de lo que puede decirse y enseñarse.
La enseñanza del Iluminado no
ofrecía una visión mitológica ni del mundo presente ni del que vendrá, y
tampoco un credo tangible. Se presentaba como una terapéutica, como un
tratamiento o cura para quienes tuvieran suficiente fuerza para seguirlo, es
decir, como un método y proceso de curación.
Siguiendo el procedimiento médico
de su tiempo al inspeccionar un paciente, el Buddha pronuncia cuatro juicios
sobre el caso del hombre. Estos juicios se llaman las "Cuatro Nobles
Verdades", que constituyen el corazón y el núcleo de su doctrina. A continuación, las describimos:
La primera de ellas: Toda vida es
dolorosa, anuncia que nosotros, miembros de la especie humana, tenemos mala
salud espiritual, y el síntoma de ello es que llevamos sobre nuestras espaldas
el fardo del dolor; y esta enfermedad es endémica.
La segunda: La causa del
sufrimiento es el deseo ignorante. Ocurre simplemente que no sabemos que nos
estamos moviendo en un mundo de meras convenciones y que nuestros sentimientos,
pensamientos y actos están determinados por ellas. Nos figuramos que nuestras
ideas acerca de las cosas representan su realidad última. Estas concepciones
están arraigadas en nuestra propia conciencia y actitudes; son meras creaciones
de la mente, esquemas convencionales y voluntarios de ver las cosas, juzgar y
comportarse; pero nuestra ignorancia las acepta en todos los detalles, sin objeción,
considerándolas, lo mismo que a sus contenidos, como los hechos de la
existencia. Esto —este error acerca de la verdadera esencia de la realidad— es
la causa de todos los sufrimientos que constituyen nuestras vidas.
Este juicio radical acerca de los
problemas que la mayoría de nosotros acepta como concomitantes naturales de la
existencia y decide sencillamente aguantar, se encuentra equilibrado en la
doctrina del Buddha por la tercera y la cuarta de las "Cuatro Nobles
Verdades". Habiendo diagnosticado la enfermedad y determinado su causa, el
médico pregunta si la enfermedad es curable. El pronóstico budista afirma que,
en efecto, es posible una cura; y, por lo tanto, nos dice como tercera verdad:
puede lograrse la supresión del dolor. La última de las Cuatro Verdades receta
el camino: El camino es el Noble octuple Sendero, que comprende: concepción
correcta, aspiración correcta, lenguaje correcto, conducta correcta, medios de
vida correctos, empeño correcto, atención correcta, y contemplación correcta.
El tratamiento completo del
Buddha garantiza la extirpación de la causa del hechizo mórbido y del sueño de
la ignorancia, y de este modo permite alcanzar un estado de serena y despierta
perfección. No hace falta ninguna explicación filosófica del hombre o del
universo; solo basta el programa de "dietética psíquica" recetado por este médico
de almas.
Por otro lado, el budismo enseña
que el valor atribuido a una cosa se determina por la particular forma de vida
desde la cual es considerada y por la personalidad de que se trate. La
importancia de un hecho o de una idea varía con el grado de iluminación en que
se encuentre el observador, es decir, con su espontáneo compromiso con ciertas
esferas de fenómenos y dominios de los valores humanos. Los caracteres del mundo
son solo las proyecciones fenoménicas de su estado interior, de ignorancia
volcada en el reino de la percepción sensible descubierto por un acto de experiencia empírica. De aquí que el budismo niegue,
finalmente, la fuerza y la validez de todo lo que pueda conocerse.
En síntesis, para el budismo
vivimos envueltos por los impulsos de los diversos estratos de nuestra propia
naturaleza, tejidos en el hechizo de su atmósfera específica. El objetivo que
se proponen alcanzar las técnicas de la terapéutica budista es poner fin a este
proceso de autoenvolvimiento.
10.
¿En qué consiste el tantra?
El movimiento tántrico difiere del
jainismo y del budismo, en cuanto se adhiere a la autoridad de los Veda,
tratando más bien de asimilar y de ajustarse a la tradición ortodoxa que de excluirla
y refutarla. El Dios personal en los tántricos se encuentra representado
preferiblemente en su aspecto femenino, porque es el que afirma de la manera
más inmediata la naturaleza de la MáyáSakti. Los tántricos denominan a sus
textos "el quinto Veda", "el Veda de esta Edad de Hierro".
El Tantra Éastra prescribe una Sa'dhaná [disciplina religiosa] propia para
lograr el fin común de todos los sastra, esto es: una vida feliz sobre la
tierra, el Cielo después, y finalmente la Liberación. Es de recalcar que, si
bien aceptan la verdad del Vedanta advaita, acentúan la parte positiva de la maya.
El mundo es la inacabable manifestación del aspecto dinámico de lo divino y,
como tal, no debe ser desvalorado y descartado como sufrimiento e imperfección,
sino celebrado, penetrado e iluminado por la intuición y experimentado con
entendimiento.
Para el tántrico, la idea de
alejarse del mundo y de sus distracciones resulta patológica, como efecto
erróneo de cierta enfermedad del intelecto. El verdadero amante de la Diosa no
desea meramente buscarla liberación ni siquiera llegar a ella. Que busquen la
liberación quienes sufren los inconvenientes del samsara: el devoto perfecto no
sufre; porque puede visualizar y experimentar la vida y el universo como la
revelación de esa suprema fuerza divina (sakti) de la que está enamorado, que precipita
el dolor tanto como la alegría, pero que en su beatitud trasciende a ambos. De
esta forma, los seguidores tántricos consideran que Artha (la prosperidad),
káma (el cumplimiento de los deseos sensuales), dharma (la ejecución de los
ritos morales y religiosos de la vida cotidiana, aceptando la carga de todos
los deberes), y moksa (la liberación con respecto a todos ellos) son uno solo. La
Máyá, la ilusión cósmica, no debe ser rechazada, sino abrazada. El ideal del
tantrismo es lograr la iluminación precisamente por medio de esos mismos
objetos que los sabios anteriores trataron de desterrar de sus conciencias.
Todo el espectáculo del universo,
sin excepción, es engendrado por el dinamismo de la Maya-Sakti. Todos los seres
son miembros de una sola familia sagrada, procedentes de la única sustancia
divina. En ese sentido, el tantrismo
subraya la santidad y pureza de todas las cosas. En los sagrados
"círculos" (cakra) tántricos nadie piensa en castas. Las mujeres
también son elegibles para el papel de gurú, los tantra, a diferencia de los
Veda, los Tantra trascienden los límites de la diferenciación social (castas) y
biológica. Sin embargo, lo anterior no
implica un espíritu revolucionario pues el mundo es afirmado tal cual es; no se
renuncia a él, como hacen los ascetas; ni se lo corrige, como hacen los
reformadores sociales.
La meta es la del yogin
meditador, la forma de aproximarse es el asentimiento, no la negación. El
hombre, tiene que elevarse a través y por medio de la naturaleza, no
rechazándola.
La fórmula tántrica por excelencia
es: el yoga (el acto de uncir la conciencia empírica a la conciencia
trascendental) y el bhoga ("goce", la experiencia del goce y del
sufrimiento de la vida) son lo mismo.
Para poder practicar el Tantra,
el aspirante sólo tiene que ser inteligente, controlar sus sentidos, abstenerse
de dañar a todo ser, hacer siempre el bien a todos, ser puro, creer en el Veda.
Por último, cabe señalar que,
dentro de esta creencia, la conciencia espiritual no se despierta mediante la
sola lectura de libros, hay que rogar a Dios, y sabiendo, el devoto que su
propio Yo es el objeto de la devoción, la forma en que el sá'dhaka tántrico se
aproxima a la Diosa con espíritu devoto (pόjá) es mediante el meditativo
murmullo de plegarias (japa: la recitación de la letanía de sus nombres), la
incesante repetición verbal (también japa) de las fórmulas sagradas (mantra:
sonidospalabra que contienen la esencia de la Diosa), actos de ofrenda (homa)
mental y externa, y concentrada meditación sobre la visión interna de Ella
(dhyana).
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