Teoria de la Verdad de Karl Otto Apel


En esta entrada, revisaremos algunos de los pormenores de la teoría de la verdad del filósofo alemán Karl Otto Apel, uno de los máximos exponentes de la segunda generación de la escuela de Frankfurt y quien apenas en 2017, se convirtió en una sensible pérdida dentro del mundo de la filosofía. Sin más preámbulo, nos adentraremos en el tema planteado y para ello, tomaremos como apoyo, tanto la valiosa introducción elaborada por Adela Cortina, como los argumentos planteados por Apel.

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1.       ¿A qué se le denomina filosofía trascendental?

De acuerdo a Adela Cortina, es aquella filosofía que, utilizando el método trascendental, accede a enunciados universales, criticables y autocorregibles, pero no falibles, y recurre, como procedimiento de comprobación, a la contradicción performativa o contradicción pragmática, que supone una contradicción entre lo que se dice y lo que pragmáticamente se está suponiendo para que tenga sentido lo que se dice. La comprobación realizada mediante reflexión trascendental, propia de la filosofía frente a la comprobación empírica, nos conduce a una fundamentación última, que consiste en afirmar la irrebasabilidad de las presuposiciones necesarias de la argumentación. Apel considera que su aplicación conduce a una fundamentación filosófica última, en la medida en que los presupuestos pragmáticos trascendentales de la argumentación son irrebasables, aunque autocorregibles.

En concordancia con lo planteado, Apel, señala con su pragmática trascendental la diferencia de método, de tipo de enunciados y de modo de comprobación entre la filosofía y las ciencias que, precisamente por ser diferentes, a su juicio pueden colaborar, cosa que no ocurriría si fueran idénticas.

Para Apel, el gran interrogante es la pregunta por la posibilidad de un acuerdo intersubjetivo sobre el sentido y la verdad de los enunciados, es decir, su racionalidad, dándose así el paso hacia un realismo critico de sentido y a una pragmática trascendental. 

2.       ¿Qué es la verdad y su fundamento último?

Dentro del contexto de la filosofía trascendental de Apel, la verdad puede ser entendida como la idea reguladora de un acuerdo último y sobre el que ya no se discute más en una comunidad ilimitada de investigadores. En ese sentido, la evidencia fenoménica puede constituir un criterio de verdad. Conteniendo con esta línea de pensamiento, y como ya se ha comentado, la comprobación de un acuerdo último se realiza mediante reflexión trascendental y conduce a una fundamentación última, que consiste en afirmar la irrebasabilidad de las presuposiciones necesarias de la argumentación. Si se puede mostrar que hay presupuestos indiscutibles no sólo para la ciencia sino para toda argumentación falible y al tiempo susceptible de consenso y, por tanto, para todo pensamiento con pretensión de validez, entonces para Apel resulta que, en general, es posible una fundamentación última pragmático-trascendental de la filosofía.

En este contexto, es importante mencionar que para Apel, la relación de conocimiento entre sujeto y objeto no se produce sin una relación entre sujetos que deben entenderse, es decir, sin una relación hermenéutica, ni sin una relación ética entre ellos, urgida por un principio ético. Porque cualquier sujeto que argumenta en serio acerca de la verdad de enunciados reconoce contrafácticamente una comunidad ideal de argumentantes, ante la que está dispuesto a aportar las razones que avalan la verdad del enunciado; de modo que reconoce el derecho de todo interlocutor real o virtual a la discursión.

3.       ¿En qué consiste el falibilismo?

Retomando a Charles Pierce, Apel empieza señalando que el falibilismo no consiste en una variante del escepticismo, sino en un complemento del «meliorismo» (el progreso es un concepto real que dirige el desarrollo del mundo) en conexión con el contexto de una teoría del perfeccionamiento a largo plazo de nuestro saber empírico. El falibilismo se infiere de dos reflexiones:

a)       «un único experimento podría refutar absolutamente una hipótesis por importante que sea» y de aquí que nuestra estrategia investigadora debiera consistir en buscar conscientemente contraejemplos que falsen una teoría o hipótesis. Se habla aquí de una selección natural en el plano de la evolución del saber (como en el sentido de la máxima de Popper: dejemos que mueran teorías o hipótesis en lugar de hacerlo nosotros mismos).

b)      el falibilismo de todos los conocimientos sintéticos deriva de la siguiente circunstancia: el conocimiento sintético —como, por ejemplo, los juicios perceptivos— se apoya para su realización en razonamientos abductivos y, respecto a su confirmación empírica, en razonamientos inductivos. Como estos dos tipos sintéticos de razonamiento no proporcionan una conclusión obligatoria, según Peirce, todo conocimiento sintético debe ser falible, no en en el sentido de que todos nuestros conocimientos, o la mayoría de ellos, pudieran ser falsos, sino en el sentido de que, considerados en su totalidad, algunos podrían ser falsos en tanto que resultan de razonamientos sintético.

Como resultado de lo antes mencionado, cabe aclarar que en Peirce, la conexión entre falibilismo y progreso del conocimiento no consiste sólo, como en Popper, en que se eliminen las hipótesis falsas, sino también en que se debe esperar a priori la convergencia in the long run, en el sentido de la aproximación a la verdad, de los razonamientos sintéticos concretos.

Por otro lado, y en relación a Apel, este adopta un falibismo restringido, pues se percata de que los presupuestos pragmáticos del lenguaje que no pueden negarse sin autocontradicción performativa ni intentar fundamentarse sin caer en petitio principa, son criticables, pero no falibles: pueden autocorregirse mediante reflexión en virtud de evidencias.

4.       Teoría pragmática- trascendental de la verdad

Parte de tres presuposiciones de antemano:
A) que la argumentación —al igual que el pensamiento con pretensión de validez que se expresa en ella— es irrebasable en la filosofía.
B) que el discurso filosófico irrebasable de la filosofía es rigurosa y temáticamente ilimitado. Por eso, todo participante en el discurso debe comprender que la función de éste es elaborar soluciones vinculantes para todas las cuestiones imaginables que se puedan plantear en el mundo de la vida.
C) también se presupone que todos los participantes en el discurso están interesados, en principio, en la solución de todas las cuestiones imaginables sobre la validez y no pretenden instrumentalizar el discurso con los otros sólo para sus propios fines. Presupone una comunidad ideal e ilimitada de comunicación.

En ese sentido, Apel propone una transformación pragmático-trascendental de la filosofía trascendental con el objetivo de conseguir la fundamentación última en que fracasó en Kant, sustituyendo el a priori irrebasable del «Yo pienso» por el a priori del «Yo argumento», por ello, La comprobabilidad práctica de la verdad no debe ser primariamente una cuestión subjetivo-privada, sino un que-hacer público. En ese sentido, la comprobación debe darse en el marco de la comunidad de interpretación y de experimentación de los científicos, en principio ilimitada, en la cual, sus miembros han subordinado todos los intereses individuales y sociales al interés de buscar la verdad.

En esta línea de ideas, se debe suponer como idea reguladora que una comunidad científica de interpretación y experimentación, ilimitada y que trabaje en condiciones ideales, debiera alcanzar “in the long run” una verdad intersubjetivamente válida, es decir, una opinión que no pudiera ser discutida por nadie sobre la base de los criterios de verdad de que se dispone. Pero esa opinión, para Apel, tiene que ser, idéntica a la verdad; es decir, como opinión absoluta e Íntersubjetivamente válida tiene que ser también —en tanto que relación ontológica no demostrable— la representación adecuada de lo real.

5.       ¿En qué consiste la teoría consensual de la verdad?

Una vez hablado que hemos dado respuesta a los anteriores interrogantes, podemos decir ahora en relación a la teoría consensual de la verdad que su función reguladora de la idea del consenso ideal último, en que todo consenso fáctico actual de los investigadores competentes puede y debe establecerse en el metaplano metodológico bajo una reserva falibilista y de mejora heurísticamente relevante. En ese sentido, todos los criterios objetivos disponibles de la verdad fundamentan la validez intersubjetiva del consenso, por lo tanto, ningún criterio especificable de verdad puede servir por sí sólo como criterio suficiente de verdad: ni la evidencia fenomenológica para la correspondencia, ni la integrabilidad en el sentido de la teoría de la coherencia, ni la productividad en los contextos prácticos de la vida, por ejemplo, la aplicabilidad técnicamente eficiente, ni el consenso fáctico; Por lo anterior, Apel pretende complementar la teoría consensual de la verdad, incluyendo la evidencia fenoménica en la formación discursiva del consenso, de modo que el a priori constitutivo de la experiencia no queda desligado del a priori reflexivo de la validez del discurso argumentativo.

6.       ¿A qué denomina ética del discurso?

Con esta denominación, Apel remite, en primer lugar, a una forma especial de comunicación —el discurso argumentativo— como medio de fundamentación concreta de las normas y, en segundo lugar, remite a la circunstancia de que el discurso argumentativo —y no cualquier otra forma de comunicación en el mundo de la vida— contiene también el a priori racional de fundamentación para el principio de la ética.

El discurso argumentativo es el medio indispensable para la fundamentación de las normas consensuales de la moral y del derecho por medio de la cooperación solidaria de los individuos. Por ende, la ética del discurso es una ética de la corresponsabilidad. Lo anterior, corresponde a una parte de la ética del discurso: la dimensión exotérica, por así decirlo. Su dimensión esotérica, propiamente filosófica, consiste en que la idea del discurso argumentativo —de su irrebasabilidad por parte de cualquier pensamiento con pretensión de validez— debe posibilitar también la fundamentación última del principio ético que debe conducir ya siempre todos los discursos argumentativos, en tanto que discursos prácticos de fundamentación de normas.

En esta línea de ideas, Apel distingue dos dimensiones como constitutivas de la ética: la dimensión de fundamentación (parte A) y la de aplicación (parte B). De dichas dimensiones hemos ya hablado con anterioridad en relación al tema de la solidaridad en la filosofía de este autor.
Para concluir, es necesario hacer referencia a la Ética dialógica de la que Apel habla en relación a la ética del discurso. En este contexto, este pensador se formula dos interrogantes que nos ayudan a comprender con mayor profundad su pensamiento:  

A. ¿Quiénes deben dialogar? O, en caso de que no puedan hacerlo directamente, ¿quiénes deben ser tenidos en cuenta en el diálogo y en el acuerdo final? La respuesta de esta ética es: Todos los afectados por las normas que se cuestionen porque todos los interlocutores virtuales han de reconocerse como personas, legitimadas para participar.

B. ¿En qué condiciones debe llevarse a cabo el diálogo? En condiciones de simetría —es la nueva contestación—, porque todos tienen igual derecho a participar. En esta ética no puede renunciar a ningún interlocutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la discusión. Derivado de ello, Apel reconoce a todo ser dotado de competencia comunicativa como inserto en dos comunidades: una real, en la que nace de modo contingente, en la que se socializa y que constituye su comunidad histórica, y una comunidad ideal, anticipada contrafácticamente en toda argumentación con sentido;


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